Un año exacto ha pasado de la emergencia más grande que ha vivido Barranquilla en toda su historia por un incendio.

Era la madrugada del 21 de diciembre de 2022 cuando el ulular de las sirenas de nueve máquinas de las cinco estaciones de bomberos retumbaba por toda la ciudad. Se desplazaban raudas rumbo a la Vía 40, con la calle 85, en la zona industrial de la capital del Atlántico.

En los hogares barranquilleros todos se preguntaban qué pasaba en la ciudad y por redes comenzaron a circular videos que daban cuenta de la emergencia, pero nadie imaginó la magnitud del suceso.

Todo se concentraba en la empresa Bravo Petroleum, ubicada en los 'Puertos Asociados Compas’, compañía dedicada a la logística de hidrocarburos.

La primera máquina en llegar fue la número 32 de la Estación de Bomberos de Las Flores, ubicada a menos de un kilómetro del sitio de la emergencia. Al mando de esa unidad estaba el sargento Javier Enrique Solano Ruíz, o S-8, como era su código de identificación

Al salir el sol se confirmaba que uno de los bomberos había fallecido. Luego se conoció la identidad. Se trataba del mismo sargento Javier Enrique Solano Ruíz, quien resultó ser el héroe de la jornada que se prolongaría por cerca de 58 horas.

Tras una explosión, una pesada estructura cayó sobre la humanidad del experimentado bombero que fue llevado a la Clínica Misericordia Internacional, en donde se confirmó su deceso.

La empresa 'Puertos Asociados Compas' informó después que el incendio, afectó la planta de líquidos del operador Bravo Petroleum. El primer tanque contenía 4.000 barriles de gasolina, equivalentes a unos 168.000 galones.

Pese al intenso trabajo de bomberos, y a las acciones de enfriamiento desde el Rio Magdalena, las llamas alcanzaron a un segundo tanque en la mañana y la magnitud del incendio aumentaba. 

Ese segundo tanque contenía 50.000 barriles, unos 2.100.000 galones de gasolina para autos. La mayor dificultad estaba en llegar a ese foco del incendio.

En medio de la emergencia, después del mediodía del 21 de diciembre, se requirió la ayuda de personal especializado del Cuerpo de Bomberos de Ecopetrol en Cartagena, y del aeropuerto Simón Bolívar, de Santa Marta.

Pasaban las horas y se conoció una grave denuncia de parte del presidente de la Asociación de Ingenieros Químicos del Atlántico, Oswaldo Del Castillo.

"Es lamentable. No había espuma refrigerante en Barranquilla. Se lograron reunir algo así como 20 galoncitos cuando estábamos necesitando eran unas 100 canecas de 55 galones cada caneca", señaló Del Castillo detallando el por qué no fue más rápida la contención de las llamas.

Al día siguiente del incendio, el capitán Charles Benavides, director Nacional de Bomberos, dijo que se trazaba una nueva estrategia consistente en "lanzar chorros con espuma refrigerante hacia el foco del incendio".

Esos trabajos fueron los que impidieron que un tercer tanque, con una cantidad similar de gasolina de avión similar a la que había en el segundo tanque fuera consumido por las llamas. 

Desde el río el personal de la Armada Nacional apoyó evitando el recalentamiento y una tercera explosión.

Pasadas las 3 de la tarde del viernes 23 de diciembre, al final, llegaron los aplausos para los 150 valientes hombres y mujeres de los organismos de socorro que hicieron posible que la emergencia no fuera más grave.

Fueron 58 horas que parecieron interminables para las autoridades, tres intensas jornadas de esfuerzos y enseñanzas para el sector industrial sobre la prevención y la atención de emergencias por combustibles.